00:16:21 Viernes, 29 Marzo

Encontrará que en todas las Islas Canarias, los habitantes dan una gran importancia a su entorno y su preservación. En Lanzarote realizan grandes esfuerzos en ese sentido y cuidan sobremanera su belleza natural, además de poseer un alto grado de concienciación con respecto al paisaje, algo que se ha convertido en parte integrante de la vida de todos los lanzaroteños.

De hecho, son un pueblo muy implicado con el medio ambiente y están muy orgullosos de sus orígenes y de su patria. La historia volcánica, la estrecha simbiosis con la naturaleza, la aridez de sus tierras y el clima han enseñado a estos habitantes a sacar el máximo partido a lo que la naturaleza les ofrece.

Tras las postreras erupciones, en lugar de darse por vencidos, han desarrollado ingeniosos cultivos (como el método de secano llamado enarenado, en el que se plantan las semillas en terrenos de picón, conocidos por absorber la humedad) y han establecido medidas para la protección de su entorno con el fin de preservar y mejorar la riqueza natural única de su isla.

El talento del famoso artista y arquitecto César Manrique ha desempeñado un papel crucial en la concienciación medioambiental de la que hoy presume Lanzarote.

Tras pasar muchos años trabajando fuera de su tierra, cuando regresó en 1968 quedó impresionado de ver el desarrollo que había experimentado la isla. Entonces decidió dedicar su vida entera a la prevención del crecimiento turístico desaforado. Al trabajar codo con codo con el Cabildo, pudo establecer unas directrices muy duras con la finalidad de conservar el encanto virgen de Lanzarote. Entre estas medidas, quedaba prohibido cualquier tipo de valla publicitaria en las carreteras o en la calle, se animaba a los lanzaroteños a que renovaran sus casas volviendo a los métodos tradicionales y se ejercía un control para que todas las nuevas construcciones fueran sostenibles. Como parte de ello, ningún edificio podría sobrepasar la altura de una palmera, bajo pena de estrictas multas. Se le hizo entrega del Premio Mundial de Ecología y Turismo en 1978 y del Premio Europa Nostra por la conservación del medio ambiente en 1986.

Los esfuerzos combinados de las autoridades locales, de las gentes de Lanzarote y del propio Manrique fueron reconocidos internacionalmente en 1993 cuando se declaró la isla como Reserva Mundial de la Biosfera, algo que puso en claro un nuevo elemento: por primera vez se daba este galardón a una zona completa, incluyendo sus núcleos poblacionales.

El extraordinario nivel de cultura ecológica entre los conejeros, la presencia de paisajes únicos (como el Parque Nacional de Timanfaya) y los numerosos y espectaculares puntos de interés paisajístico que se han adaptado al turismo son solo algunas de las razones por las que la isla mereció tan preciado estatus.

Cuando recorra la isla, mire a su alrededor y fíjese en todos los esfuerzos que se han llevado a cabo para preservar los paisajes y el atractivo natural de Lanzarote. Por ejemplo, tirar basura al suelo está considerado como una grave ofensa, así como malgastar el agua durante sus vacaciones.